viernes, 30 de septiembre de 2011

Lo empapado


De un momento a otro todo lo exterior está empapado. No sólo los elementos externos, todo lo exterior está empapado. El exterior mismo con los elementos que posee en el momento determinado en que sus características circunstanciales cambian y pasa a ser empapado.
Sé que de ser exterior estaría empapada, inexorablemente. Inexorablemente lo sé. Me gusta sentirlo, proyectarme.
De pronto caigo en la cuenta de los sujetos que sí son exteriores en el momento determinado en que las características circunstanciales del exterior cambian. Me pregunto qué será de ellos.


No me pregunto por qué no me pregunto qué será de mí. El exterior del interior está empapado, momentánea y malamente el interior permanece realmente puro hasta el momento en que las características circunstanciales del interior cambien y pase a ser mojado. Ya no empapado, para eso se precisará mucho más que el paso de un momento a otro.
No me proyecto en el momento en que el cambio de caracterización del interior se complete y entonces el interior sea empapado. No me doy cuenta que realmente pasará y que ésto, es sólo la manifiesta ignorancia, inocencia, inexperiencia que todo hombre manifiesta ante el diluvio.
Impensable, precisará mucho más que el paso de un momento a otro para anular las nociones de externo e interno, para abolir los límites, para eliminar lo externo y lo interno e incorporar solo y absoluto lo empapado. No me pregunto por qué no me pregunto qué será de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario