viernes, 30 de septiembre de 2011

Lo empapado


De un momento a otro todo lo exterior está empapado. No sólo los elementos externos, todo lo exterior está empapado. El exterior mismo con los elementos que posee en el momento determinado en que sus características circunstanciales cambian y pasa a ser empapado.
Sé que de ser exterior estaría empapada, inexorablemente. Inexorablemente lo sé. Me gusta sentirlo, proyectarme.
De pronto caigo en la cuenta de los sujetos que sí son exteriores en el momento determinado en que las características circunstanciales del exterior cambian. Me pregunto qué será de ellos.


No me pregunto por qué no me pregunto qué será de mí. El exterior del interior está empapado, momentánea y malamente el interior permanece realmente puro hasta el momento en que las características circunstanciales del interior cambien y pase a ser mojado. Ya no empapado, para eso se precisará mucho más que el paso de un momento a otro.
No me proyecto en el momento en que el cambio de caracterización del interior se complete y entonces el interior sea empapado. No me doy cuenta que realmente pasará y que ésto, es sólo la manifiesta ignorancia, inocencia, inexperiencia que todo hombre manifiesta ante el diluvio.
Impensable, precisará mucho más que el paso de un momento a otro para anular las nociones de externo e interno, para abolir los límites, para eliminar lo externo y lo interno e incorporar solo y absoluto lo empapado. No me pregunto por qué no me pregunto qué será de mí.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Entre los ruidos del sonido del silencio
dilucidé una ausencia.

A mis ojos y a mi tacto mandé callar, y obedecieron
para que mis oídos franquearan la trama del ruido,
su inmensa y perpetua textura.
Un silencio distinguido del vacío
se imponía detrás, aún detrás, de lo callado de la noche
y su concierto de instrumentos toscos  y asperezas musicales.
Desenterré un anhelo de ritmo y una partitura como utopía,
atravesada por ese laberinto donde se turbaban notas y figuras.
Una nostalgia agitaba la batuta ante ese caos
que al deslizarse en los giros de mi oreja fue revelándose.
Y entonces sí:
me ví perdida de tiempo.

En el silencio del tiempo del sonido
desperté.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

A un ente espontáneo

De hecho hay un ser que sos,
bordeando la cima del hombro
radicás en una perspectiva sin panorama.
Supongo que he dado lugar a que seas
y entonces estás.
Te observo sin saludar:
andás siempre por acá
y la cuestión es un mero abrir de ojos.
Dormís con los escalofríos de mi vientre,
y esas veces agitadas en que soñás la vigilia,
los despertás y se me expresan.

Puede que si, y que
con aquel cuerpo que te posee
leas y te encuentres
o puede que no, y sólo
con aquel cuerpo que te posee
escribas y te descubras.