lunes, 21 de noviembre de 2011

Apocalipsis

Tenías las riendas del azar.
Bajo tu mano,

los rostros

los latidos


Estábamos llorando.
-¿Hacia qué oscuridad nos dirigimos,
de cuál color?
¿En qué sendero hacíamos nuestra muerte?
Estoy llorando.
-¡Estoy llorando!
Recuerdo. No recuerdo.
¿Con qué facilidad
bajo qué ensueño,
de cuál nitidez?
No eres dios…
(¡¿con qué riendas?!).
Habías revolucionado



Estábamos llorando.
¿En qué oscuridad estamos,
a cuál puerto tu galope nos ha hundido?
¿Por qué?
Recuerdo. No recuerdo.
No eres dios…
Estoy llorando.


Vos

fuiste la revolución
porque
cambiaste las posibilidades,
mataste las posibilidades.
No eras. No tenías palabra.
No eras…

¿Por qué
cambiaste las posibilidades,
mataste las posibilidades?
Sabemos…


Estábamos preguntándonos.
-¿Con qué coche nos llevan?
-¿Qué carruaje nos hace la muerte?
-¡Estamos llorando!
-¿Estamos llorando?
¿Cuál ensueño,
de cuál nitidez?


Nosotros

intentamos un movimiento:
matábamos tus caballos
o las herraduras nos masticaban.
Liquidarte
liquidarte
liquidarte.
Recuerdo. No recuerdo. Tu carcajada.
Estoy llorando.


Nosotros

quietos.
Es que tenías las riendas de los azares.
Estábamos llorando.